miércoles, 31 de octubre de 2012

Paja con los pies

No sé qué he disfrutado más, si la paja que me has hecho con los pies,
 
 
o que me pidieses que me corriera sobre ellos o cómo lo has esparcido después por tu coñito... Me cuesta elegir.
 
 
Por cierto, ¿te he dicho alguna vez que nunca he visto un coñito tan bonito como el tuyo?

domingo, 28 de octubre de 2012

Sexo público

- Cierra las cortinas.
- No estoy para oscuridades.
- Cierra las cortinas. La oscuridad que te ofrezco te va a gustar...

 
- Muy bien... pero con las cortinas abiertas por completo. No podemos dejar ésto solo para nosotros dos.
 
Y es que, cada vez nos gusta más ser vistos.

viernes, 12 de octubre de 2012

Hagamos memoria

Después de más de cuatro años, la pasada noche volví a estar con ella. La excusa; la boda de dos antiguos compañeros de Facultad, muy lejos de nuestras respectivas ciudades y la necesidad de pasar la noche en el hotel del convite nupcial.

No hubo previos, tan solo unas miradas y una pregunta- ¿Cuál es el número de tu habitación?.

Sigue teniendo las tetas más bonitas de todo el Campus, casi veinte años después de aquella fiesta en la que, gracias al Vodka Eristoff, todas las chavalas de mi promoción acabaron bailando en braguitas el "Born in U.S.A." Curiosa paradoja para descubrir que aquel cuerpo no era normal.


Al entrar en su habitación, aún llevaba el vestido de gala. "Me pillas muy fría". Le contesté que habría que cambiar aquello entonces. Me miró y me dijo: ¿Qué me piensas hacer?

La respuesta fue clara, directa, sin rodeos absurdos:


Por supuesto quitarte la ropa personalmente. Ese vestido te queda justo, creo que un golpe de cremallera será suficiente para hacerlo volar. Haré que pierdas las braguitas y el sujetador, en caso de que lo lleves, lo haré volar tambien.- le dije.

- Eso está muy bien -contestó-, sobre todo para las películas de princesas, pero si esta noche he venido desde tan lejos es porque busco algo más. ¿Me vas entendiendo?

- Entiendo - fue mi respuesta- así que cambiaré un poco el argumento, a ver qué te parece este: Quiero follarte, pero de verdad... sin princesas de por medio. Que saltes y me llegue a doler la polla de tanto clavártela y antes de correrme quiero que seas tú la que me pida que se la meta en la boca, para chuparla y apretarla hasta estrujar todo el líquido que brote y consigas que me corra.


- ¿Qué debo hacer entonces?, ¿tragármelo?

- Eso no se pregunta... no creo que hayas hecho quinientos kilómetros para que te deje la cara perdida, ¿no? Te lo vas a tragar, no una, sino todas las veces que quieras que me corra.

- Quiero que te corras también en mi culo -dijo enérgicamente-. Sólo lo hice por ahí contigo y ya ni me acuerdo.

- Haremos memoria entonces.

jueves, 2 de agosto de 2012

Fotografías de desnudos



El trato era claro, tú posabas gratis a cambio de las copias y la noche gratis en el hotel y yo expondría las fotos, usando un pseudónimo para ti, en alguna galería sin darte remuneración alguna. Las fotos debían ser limpias, evitando la obscenidad y mostrando solo tus pechos, no podrían enseñar algo más allá, pues no lo ibas a permitir.

Mientras colocaba el foco cerca de la ventana tu fuiste preparándote. Se me iban los ojos, pues eran los primeros desnudos que hacía. ¿Te gusta esta postura?-decías mostrándote sugerente. "Valdrá", no alcancé a decir más.

Lancé varias ráfagas mientras te movías sobre la cama.
- Quítate algo más
- ¿Me lo quito todo?
- ...¡quítatelo todo!

Comenzamos a jugar, primero con las miradas, luegos con las risas y finalmente fui a buscar tu cuerpo.


No decías nada, solo te dejabas hacer, mientras mis manos nerviosas iban marcando tus límites. Eras dócil en mis manos, lejos de aquella criatura provocativa que se revolcaba sobre la colcha de la cama hacía escasos minutos. Usando el mando a distancia de la cámara volvía a lanzar ráfagas. Esas fotos no ´verían la luz en ninguna exposición. Vivirían en el disco duro de mi ordenador.


Tus movimientos eran leves, suaves, dejandose llevar entre los míos. Apenas miraba tu cuerpo, sol te besaba, me había enamorado de una pose de la que ni siquiera recordaba el color de sus ojos. Sabía tu nombre por el correo que me enviaste, pero poco más. Tuve que descubrir el resto con mis propias manos; tu pecho se envolvería, probablemente en una copa 85 ó 90 que acariciaría tus tiernos pezones; tu pantalón rondaría la talla 38, quizá la 36, escondiendo tu vientre sereno. Mis manos abarcaron tus pies delgados, tal vez calzarías un 37. Tu perfume era fresco, no tendrías demasiado dinero para tarros de alto postín.

Me encantó manejarte, como una tierna muñeca, de piel caliente, moviéndose al ritmo que mi música marcaba. Empecé a entrar en tí, cálida, muy húmeda... muy nueva. Tus caderas se abrían para rodearme, apresando mis vaivenes, para decidir el ritmo. Tu respiración entraba en mi boca, al tiempo que mi saliva entraba en la tuya. Tu pelo, desarbolado, rondaba por mi cara. Apartabas tu cabeza a un lado, para hundirla en mis hombros y jadear, cada vez más fuerte.




Tomé la cámara del trípode y comencé a fotografiarte, necesitaba conservar tu imagen en algún formato que no fuese mi memoria. Entraba y salía de ti con la familiaridad de la pareja que nunca fuimos, y tú te mostrabas para provocar aún más mi excitación.


Y fue al entrar desde atrás, cuando tus jadeos ya se tornaron gritos y no pude aguantar por mas tiempo. Me corrí dentro de tí, mientras las paredes de tu vagina me apresaban, tibiamente, como si no quisieran dejarme escapar. Me volqué por completo en tu interior lo que disfrutaste hasta el extremo, hundiendo tu mano en ti, para no dejar escapar ni una sola gota, de tu cuerpo sudoroso.


Pensé que jamás podría dedicar mi vida a la fotografía profesional. Al menos, no al desnudo.

domingo, 15 de julio de 2012

Tu culo, tu coño, tu mano, tu pie...

Mira atentamente esa foto:


Ese cuerpo podría ser el tuyo, perfectamente... pues, vista así, es idéntica a ti: rasurada, con unos labios carnosos, un culito perfecto... unas uñas cuidadas... Ahora bien, sigue mirando esa foto e imaginando que eres tú. ¿Qué me pedirías que hiciera?; ¿seguir mirando?, pedir que te taparas?... o marcar con mi saliva cada centímetro de piel que puedes ver ahí?

Yo optaría por la última opción; la de dejar la marca de mi saliva por cada espacio retenido en la imagen. Utilizar la lengua para aplicar brillo a ese cuerpo mate. Deslizar, entrelazar, penetrar... todo eso puede hacer una lengua ante semejante lienzo.

Ahí te dejo las opciones. Elige tú.

lunes, 9 de julio de 2012

Uno rápido

Comenzaba a refrescar en la piscina. Eran casi las ocho de la tarde y recordé que en mi maleta deshecha debía haber una sudadera, de esas que vendíamos en el último año de carrera para sacar unas pelillas pro-viaje...
- Enseguida bajo- dije a Javi y Belén- voy a la habitación... intuí que carecía de importancia lo que pensase hacer, pues ellos se babeaban con los ojos sobre el césped.

Entré aún mojado en la habitación. En ella dormíamos Javi, Sergio y yo, y estaba tan desordenada que me costó localizar mi maleta. Tras de mí, un portazo sonó en seco. Juraba haber dejado la puerta abierta, pero allí estabas tú. Habías entrado en mi habitación y habías cerrado la puerta. Te sonreí, pero tus ojos no mostraban más gesto que el de haberse perdido en alcohol.



- ¿Dónde está Sergio?, ¿no estás con él?
- Uno rápido, solo uno y rápido, ¡venga!

De primeras intenté soltarte de mi cuello. Olías a ginebra y a sudor, seguro que estabas en tu habitación montándotelo con tu novio y lo habías dejado borracho sobre la cama.

-¿Qué más te da dónde esté Sergio?...¿no te gusto?
- Sabes que a mí nunca me han gustado las rubias- fue la primera excusa que encontré, pero la sensación de estar desperdiciando la oportunidad de estar, aunque solo fuera por un rato, contigo, me hizo actuar más solícito- ¿qué pretendes, que haga una excepción?
- Pretendo gustarte.

Y ahí te aferraste a mis hombros. Me empezaste a besar el cuello y la boca y, repentinamente, soltaste aquello que acabó de excitarme. "No tienes cojones." ¿Que no?

Rápidamente te despojé de aquella camiseta de playa tan hortera pera deleite de mis ojos. Un tanguita blanco te cubría, aunque por poco tiempo. Estabas tan borracha que eras un muñeco en mis brazos y yo estaba tan caliente que no te iba a dejar escapar.

Recorrí tus pezones con la lengua, dejando un rastro de saliva en ellos mientras acompañabas mi lengua con tus gemidos. Te gustaba ver como te comía las tetas. Tan sumamente blancas, de haber recibido la luz directa del sol jamás y tan sumamente suaves. Tus pezones, claros pero robustos, con la fuerza de tus veinte años, apuntando a mi boca, hundiéndose en ella una y otra vez para aparecer totalmente inundados de mis saliva. la que tu recogías con tu mano mientras te llevabas el pezón a tu boca, intentándolo tocar con la punta de tu lengua. Alguna vez lo conseguiste.


Y quisimos jugar a la vez, y nos olvidamos de cualquier trapo que nos cubriese para pasar a calmar nuestras ganas. Por un instante saliste de tu estado etílico para moverte sobre mí y buscar mi paquete, ofreciéndome tu sexo limpio. Tu olor a sudor y a alcohol desapareció, se fue con tu ropa empapada, para dejarme el olor a ti. Un olor a sexo entregado, a vientre donado a mi boca. Sin ningún cortejo previo bajaste mi bañador y agarraste con ambas manos mi polla, ya empapada de deseo, mientras la besabas despacio, ibas liberándome del bañador. "Así, en pelotas... muy bien" acertaste a decir, mientras colocabas tu coño a la altura de mi boca, moviendo con vaivén tu pelvis, haciéndome rozar por la cara tu suave coño y tu perfecto culo, aún virgen de sexo. Comí hasta llegar a devorar los labios y el interior de tu coño mientras disfrutabas comiéndome a mí. Acerqué mi lengua para hacer un barrido por el filo de tu culo, varias veces, hasta que las ganas me hicieron penetrarlo con la lengua, mientras asentías de placer apretando más mi polla con tu mano y con tu boca llena, gemías.

- Vamos a follar- dijiste girando sobre mi cuerpo.
- No tengo ningún condón
- Ni yo tengo tiempo que perder. Y diciendo eso, me agarraste con fuerza la polla y la rozaste varias veces contra tu coño antes de dejarla entrar muy despacio.


La suerte quiso que la excitación fuera continua y la duración extensa, habría sido una pena haber sufrido un mini polvo en tales circunstancias. La borrachera no te impedía girar, saltar, cambiar una y otra vez de postura. Te la sacabas, la chupabas con fuerza, te rozabas con ella y la volvías a meter, entre vaivenes de tu pelo sobre mí. Estábamos desatados y había que disfrutarlo.

- ¿Te la meto por detrás?- te pregunté
- ¿Por el culo?, No, por el culo paso, eso debe doler... o no, ¡venga!, ¡vas a ser el primero!

Aquello entró muy despacio, mientras contenías el grito: "despacio, despacio" y acompasabas mi empuje con tu empuje contrario. Unas pocas embestidas más y ya estaba a punto de correrme; aquella situación hizo ya incontenible el torrente que aguardaba para el final.

- ¡¡¡Me voy a correr...!!!
Diste un giro rápido, ofreciéndome tu vientre como acomodo para dejar sobre ti toda mi leche, que se vertió, descontrolada, sobre tu cuerpo, repartida desde tu cuello hasta tus muslos.

Caímos rotos, sudados, exhaustos. Caímos sobre la moqueta del suelo de aquella habitación de hotel barato de isla. Un par de caricias más fueron el preambulo de una despedida que, yo creí, provisional, pero que se convirtió en definitiva.

- Me ha gustado mucho.
- Y a mí... pero vamos a tener que bajar. Sergio te estará buscando.
- Paso de Sergio. Hoy me gustas tú.


Nos besamos como se besan dos personas que poseen sentimientos verdaderos, Nos tocamos, a modo de despedida, como queriendo guardar el recuerdo de nuestros cuerpos.

- Hoy también me gustas tú- te dije
- No te creo, soy rubia.

viernes, 15 de junio de 2012

Ahora me vas a escuchar



No comprendo por qué te ruborizas tanto cuando recuerdo niustros días y te hablo con naturalidad. Dices que soy muy bestia, muy bruto al halar de aquéllo y no entiendo tanta pulcritud por tu parte cuando fuimos igual de animales los dos. Pero ahora, que sé que estás leyendo ésto, me vas a escuchar, palabra por palabra. Por cada cosa tiene su nombre y un coño es un coño aquí y en la China.

Porque sí, porque aunque pasados los años nos pueda sonrojar, te diré que jamás probé un coño como el tuyo. ¿Te asusta escucharlo?, pues es así. Era perfecto, pequeño, tan suave... y sabes lo que me gustaba. Como tus tetas. Y digo tetas porque para ti la palabra "pechos" era muy cursi. Pues eso. Nunca tuve en mis manos y en mi boca unas tetas tan grandes y tan bonitas, con aquel sabor a sal de la playa. Recuerda, y no te escandalices, cómo me aprtabas la cara contra ellas para que te las comiera y te mordiese los pezones rosados. Tú tan blanca y yo tan moreno... que mira que te gustaba el detalle de "estar moreno entero" porque no piso una playa textil desde hace años.

Y aunque te sonroje lo diré, porque sé que lo estás leyendo y en el fondo lo estás disfrutando. Nadie, repito, nadie, me ha comido la polla como tú. Era genial correrme en ella al tiempo que apretabas los labios para que ni una gota de mi leche saliese de ella y lo que me decías...¿no lo recuerdas?... "quiero beberte toda la vida".


Y las escapadas a tu casa los martes por la noche, al salir de la Facultad, llegaba sudando de tanto correr y siempre querías follar antes de dejar que me duchase, porque "te ponía mi sudor".

Sé que tienes buena memoria, tu memoria y tu belleza te han abierto muchas puertas, por eso sé que recordarás cada instante, como el día que te pedí hacerlo por detrás y no tú no quisiste porque "eso no es amor". Lo peor es que sé que sigues sin hacerlo así, porque tu maridito me lo ha contado. Lo que él no sabe es que yo te tuve mucho antes que él y que seguro que mejor que él, porque estamos muy enamorados, pero ahora parece que te averguenzas.

Antes no te avergonzaba pedirme cosas. Tú y tu fetichismo. Morías porque te comiese los pies y llegabas a correrte con mi lengua entre tus deditos. Y te gustaba jugar con tus pies por mi polla y por mis huevos.



Ahora, que parecía darte verguenza que te viese en bikini el fin de semana pasado, pareces tan recatada... y olvidas el día que me explicaste cómo enjabonarse sin esponja y disfrutabas viendo como me empalmaba solo con mirarte frotar una y otra vez tus tetas con las manos llenas de gel.

Espero que no me olvides... que no me consideres un animal por llamar los cosas por su nombre. Puede ser preciso, pero no bestia.

Bestia eras tú cuando follábamos, y gritabas, y me marcabas y me apretabas con las piernas y te gustaba ser salvaje. Eso sí es ser bestia, lo mío no, amiga. Lo mío, no